REINA DEL MONTE CARMELO

lunes, 6 de diciembre de 2010

DOGMA DE FE, DÁDIVA DE AMOR


"Creer para entender y entender para creer" ( San Agustín )
Sin ánimo de sentar cátedra, ya que para eso Doctores tiene la Iglesia, que yo no. Si voy a intentar acercar el Dogma de la Inmaculada Concepción de María con palabras llanas. Ya que mucha veces como decía San Agustín nuestra fe es ciega como la del carbonero. Y aquello que se aprende de memorieta no es una fe edificada en la roca, sino en la arena y cualquier vicisitud nos hace abandonarla.


Se acerca el día de la Inmaculada Concepción de María y con él la celebración de la festividad de la Natalidad de Nuestro Señor.
Este Dogma de Fe que fue declarado como tal en la modernidad de la Iglesia estuvo asimilado y fue impulsado desde los primeros tiempos del Cristianismo por esos primeros discípulos que llevaban en su corazón la Inestimable protección de Santa María como regalo Divino.
Para entender esta festividad, donde reconocemos la acción de Dios desde la misma concepción y por tanto la génesis del hombre,. Como ser Humano claramente diferenciado del resto de las criaturas; por la creación con una base espiritual, llamada Alma. Sin necesidad que se produzca el alumbramiento previo de este. Dios interviene en la Concepción de María para que pueda ejercer su función como Corredentora. Debemos retrotraernos al momento del la creación y al primer Libro de la Sagrada Biblia: El Génesis.
En el comienzo de los tiempos el Hombre y Dios vivan en perfecta armonía y constante comunicación participando constantemente de la Presencia de Dios ante los hombres y de estos ante Dios.
Fue, precisamente, la creación del hombre en el respeto Divino de su libre albedrío y la consideración por parte de Dios de hijos. Pues sino fuese así no sería una creación por amor, sino una creación interesada donde el hombre hubiese sido una marioneta en manos de Dios. Cuando al hombre se le atragantó esta relación de familiaridad impulsada por Dios.
De esta relación cristalina el hombre extrajo una erronea conclusión suponiendo que esta atentaba contra el debido a la desproporción de él frente a Dios. Sin pararse a pensar en el ánimo paternal que Dios daba a esta situación.
Esta obcecación humana instauró una brecha en la confianza del hombre en Dios. Generando el motor de todos los males: EL MIEDO. Y supuso un distanciamiento que Dios tuvo que solucionar con el desterramiento del jardín del Edén. Es decir el retiro del Dios amante, ante la negativa del hombre como objeto de su amor. La ruptura del Divino Corazón por el rechazo del hombre fue solventada con la promesa del nacimiento de un Enviado, el cual tenia como objeto. Mostrarle al hombre, en su propia campo de juego ( la vida como hombre ) la fidelidad irreprochable de este Amor Divino.
¡ Que mejor modo ! Que enviar a su Unigénito al sacrificio como muestra de confianza. De la misma manera que Dios probó la confianza de Abraham con el sacrificio de Isaac. Mas Dios llego mas lejos. Pues si bien detuvo la mano de Abraham en el momento critico. Y lo sustituyo con un pequeño cordero dándonos la primera revelación del plan salvífico de esta relación.

EL CORDERO DE DIOS SUSTITUIRÁ A LOS SACRIFICIOS DE LOS HOMBRES.

Para que esto ocurriera Dios debía preservar una criatura humana de esta desconfianza. Una Criatura que el igual que Adán y Eva participara de esta comunión con su creador y gozase con tal experiencia. Esa criatura era MARÍA. Y de Ella nacería el Divino Cordero que asumiría para si todos los trabajos y sacrificios de los hombres.

María, hija fiel de Dios Padre. María, esposa gozosa de Dios Espíritu Santo. María, doliente madre, del Dios Encarnado. MARÍA, la que según los Evangelios meditaba en su corazón todas estas cosas. MARÍA, la llamada a participar del Misterio de la Santísima Trinidad para que así El Mesías pueda engendrarse como Hijo Fiel y a su vez engendrar una nueva raza de Hombres coherederos en Él del mismo Reino de Dios.
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